2010/02/28

GLADYS PARENTELLI

SANTA GLADYS
DE LOS NUEVOS TIEMPOS

“La iglesia como institución debería desaparecer, porque es un mal ejemplo”. Una frase como esta bastaba para que un tribunal inquisidor actuara de inmediato, porque se consideraba como blasfemia toda afirmación injuriosa contra Dios, la Virgen, los santos y contra las cosas sagradas en general. “La iglesia ha tenido siempre un peso grandísimo, para que un rey en Europa fuera rey necesitaba que el arzobispo del lugar con el permiso del Papa lo consagrara.  La iglesia tiene el poder para bautizarte, para confirmarte, para casarte. Comete aberraciones como esa de que si te divorcias no puedes comulgar. Dice que hay mil cien millones de católicos pero resulta que a todos los divorciados no les da la comunión. Si están marginados no deberían contarlos”.

Una vez que quedó constituido el tribunal del "Santo Oficio” las autoridades civiles que lo conformaban fueron muy severas  y terminaron condenando a muerte a millones de mujeres. “La iglesia sabe muy bien que el bautismo te imprime carácter y que por más que ellos te excomulguen no dejas de ser cristiano. Todo ser humano tiene tanta jerarquía como ellos. Esas jerarquías de monseñor, de obispo auxiliar, de cardenal o de arzobispo son sólo unos agregados”.

Gladys Parentelli se aferra a su convicción. “La peor de todas las jerarquías es la del Vaticano. Lo que le interesa es su propio poder. La iglesia que queremos las mujeres no tiene que ver con la actual, autoritaria en extremo, vertical, patriarcal, machista, que acumula riquezas y predica cosas de la boca para afuera. Hay poco espacio para la libertad, la compasión, la solidaridad y el amor pleno”.

Ella no es una de esas mujeres que ante la posibilidad de ser perdonada hubiera traicionado sus conceptos. Ella no buscaría el perdón y tampoco pretendería llegar a él vía oraciones, flagelaciones, ayunas, limosnas o peregrinaciones como se hacía en aquel entonces.

“Hace tan poco que hemos tenido la dicha de tener a un santo como Juan XXIII o a un humilde y bien intencionado Pablo VI. ¿Cómo pudimos aceptar que Juan Pablo II dirigiera la iglesia como si fuera su propiedad personal o su coto de caza?”

Ante la persistencia en la comunicación de sus ideas, ésta uruguaya con más de treinta años viviendo en Venezuela, se hubiera tenido que enfrentar en plena Edad Media al dictamen de que la herejía había sido conjurada. Cuando eso sucedía se realizaba una ceremonia que duraba un día entero, la cual se iniciaba cuando el reo era llevado a la casa del inquisidor, vestido con una túnica amarilla y un bonete en pico. Se hacía un desfile hasta la plaza donde se celebraba la misa con un sermón que se refería a lo horrendo de la herejía y luego se leía la sentencia. Para cumplir la condena se les conducía al quemadero, donde había preparada una pira en la que la hereje se consumiría quemada viva.

 “Juan Pablo II habla todo el tiempo del demonio. Tengo la impresión que él no está hablando del diablo que nos enseñó el catecismo, sino que él debe pensar que las personas somos mal intencionadas y que en cada cosa que hacemos, nos mueven las razones demoníacas”.

La Inquisición fue sinónimo de vigilancia y sospecha continua, era una forma dañina pero efectiva de mantener el poder, atentando con ello contra la libertad. Para muchos, fue un salvajismo en el cual se agredía la preservación humana, impidiendo a toda costa la posibilidad de compartir creencias diferentes, mientras los inquisidores consideraban su puesto como una vía para enriquecerse. “La inquisición española evitaba perseguir a las mujeres y condenarlas a muerte, las declaraba oficialmente locas, las desterraba a otras zonas donde eran objeto de sospecha por ignorar sus valores”.

Esta mujer que habla sin temores, es una de las tres latinoamericanas nombradas por el Papa Paulo VI como auditora para el Concilio Vaticano II.  Cada una de sus palabras revive a fondo la historia de la iglesia.  En pleno siglo XXI caminaría hacia la hoguera con gusto si fuera el precio a pagar, por asumir responsablemente los conceptos que emite a partir de sus experiencias y decepciones.

CAMINO AL CONCILIO

El acontecimiento fundamental de la historia cristiana del siglo XX fue el Concilio Vaticano II. Marcó a todas las Iglesias y hoy por hoy, muchos han intentado borrar su recuerdo. Los desafíos que el Concilio planteó fueron muy incómodos. Las tensiones internas estaban presentes debido a que Juan XXIII encontraba a la Iglesia de su época, institucional, encerrada, atrincherada en su ciudadela santa y con mentalidad euro céntrica. El 25 de enero de 1959 el Papa anuncia la convocatoria del Concilio. Un concilio de diálogo, de apertura, de reconciliación y de unidad. Por eso el título de "ecuménico", porque debía extenderse más allá de las iglesias cristianas, llegando a interpelar a todos los hombres de buena voluntad.

Sin embargo, las sugerencias de los obispos para el nuevo Concilio, recogidas en todo el mundo a lo largo de 1959 y 1960, mostraban que la jerarquía eclesiástica no aceptaba los desafíos que tenía la iglesia.  En la Curia romana se estaban preparando los documentos previos al Concilio sin seguir la orientación que el Papa quería darle. Se prefería desoír la voz de la renovación y del diálogo para volver a atrincherarse en el dogma y en las cuestiones internas.

“Teníamos la esperanza que del Concilio saliera una iglesia democrática, abierta, horizontal, comunitaria, que siguiera las enseñanzas de Cristo”.

La mañana del 11 de octubre de 1962, la plaza San Pedro era inundada por 2.500 obispos que se dirigían en majestuosa procesión acompañados del repique de campanas de todas las iglesias de Roma, hacia la basílica vaticana.  Con este movimiento empezaba una nueva época para la iglesia a pesar del desprecio de algunos altos funcionarios de la curia vaticana, los mismos que se habían encargado de proponer una orden del día con más de 70  temas imposibles de enfrentar en un horario lleno de largas celebraciones y sin traducción simultánea.

El Papa Juan XXIII   inauguró el Concilio con un discurso en latín que duró más de 5 horas.  En él señaló con firmeza a los malos profetas a quienes calificó de tener un gran celo religioso, carecer del sentido suficiente para valorar correctamente las cosas y para emitir un juicio inteligente.

 “Del Concilio sí salieron los resultados más positivos de la historia de la iglesia pero el Vaticano se ha encargado de que ellos no sean sino letra muerta y quien más ha trabajado en ese sentido es Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger del ex Santo Oficio”.

Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963. El nuevo Papa Pablo VI retomó el Concilio, convocando inmediatamente una segunda sesión para los últimos meses del mismo año. La tercera y cuarta sesión fueron respectivamente en los últimos trimestres de 1964 y 1965.

En el verano de 1964 Gladys Parentelli llega a Europa, a trabajar en los grupos católicos que subsidiaba El Movimiento Internacional de la Juventud Agrícola y Rural Católica (MIJARC). Había sido elegida presidenta de la rama femenina, por lo que fue a vivir a Lovaina, Bélgica. Era responsable de la extensión del movimiento para América Latina, África Occidental Francesa y Argelia, donde había un movimiento de musulmanes, con los que constantemente se propiciaban conflictos a la llegada de los asesores en metodología, que enviaba el movimiento al cual ella pertenecía.

En 1964 el gran acontecimiento sin duda alguna, era el Concilio Vaticano II. Cuando llegué allí no hablaba italiano. Descubrí que mi madre lo hablaba con mi abuela y con sus hermanas pero yo nunca había querido aprenderlo porque pensaba que era un dialecto”.

Gladys procedía de Uruguay pero ¿Quién podría dudar sobre el origen de sus apellidos Parentelli y Manzino heredados de sus padres? Obviamente ese no era el único legado que llevaba consigo a su llegada a Roma, cargaba con ella una férrea formación adquirida desde la infancia. Su madre había sido considerada como un ejemplo de religiosidad católica.

“Una vez el pastor de Ombúes de Lavalle  que era donde vivíamos, escribió un artículo en el periódico del pueblo en el cual decía que desearía que sus feligreses siguieran el ejemplo de mi madre que iba a misa, con su paraguas bajo la lluvia”.

Su madre fue sin duda el primer contacto con la iglesia, un contacto que recuerda como angustiante, porque para ella eran demasiados ritos, los cuales no entendía sobre todo porque el cura estaba siempre de espalda y hablaba en latín. Quizá la búsqueda de entendimiento la lleva a un trabajo realizado con tanta dedicación que es finalmente lo que la hace merecedora de la beca que la lleva a Europa.

“Para ese entonces participaba en la Asamblea General de los Medios Sociales Independientes, el movimiento adulto de la Juventud Independiente Católica ( JIC). Con ellos fui a la misa en la Basílica de San Pedro. El Papa Pablo VI después de la introducción general dedicó unas frases a cada uno de los grupos presentes, al referirse al nuestro, anunció el nombramiento de Marie-Louise Monnet su fundadora, como auditora del Concilio Vaticano II. Éramos testigos de un hecho histórico, el nombramiento de la primera mujer que entraba oficialmente a un Concilio.

Se decía que aquella designación había sido hecha  de ese modo  porque Pablo VI había dado al jefe de la secretaría general del Concilio, el obispo Pericle Felici  una lista de las auditoras que deseaba nombrar, pero como él era un gran misógino y pertenecía a la Curia,  no lo había obedecido.

Al día siguiente fuimos al centro de información. Era un revuelo. Se decía que al Vaticano le había caído muy mal aquel nombramiento y el diario L´osservatore Romano no decía nada. Sin embargo, esa misma semana fueron nombradas las demás auditoras, una decena de mujeres en la que había una gran proporción de religiosas. Ese fue el principal acontecimiento del Concilio porque significaba un movimiento de independencia de Pablo VI frente a la Curia”.

El Vaticano II pasó por momentos de fuerte debate que exigían tiempo y paciencia, con varias reformulaciones de un mismo documento. Ya en la primera sesión se advertía un gran pluralismo de opiniones que reaccionaban frente al propósito de la Curia romana de reducir el Concilio a una rápida confirmación de los programas preparados en Roma.  La polémica siempre estaba presente y obviamente el nombramiento de aquellas mujeres no se escapaba de los más grandes cuestionamientos.

“Después de aquel acontecimiento yo continué mi trabajo en Lovaina y ese primer año le planteamos al Papa la conveniencia de nombrar un auditor que representara al medio rural, así fue como un buen día recibimos una carta en la cual se anunciaba mi nombramiento como auditora”.

Pablo VI no se rendía porque desde el primer momento tuvo conciencia de las dificultades, del peligro de acabar sin un resultado preciso y de la necesidad de imprimir una dirección que condujera hacia los objetivos más importantes, una definición más clara de la Iglesia, su renovación, tender un puente hacia el mundo contemporáneo y unir a los hermanos separados.

 “En esa época yo me sentía como una persona que está cumpliendo una misión que le ha encomendado Dios. Me trasladé a Roma. El primer día tuve problemas porque la Guardia Suiza no me dejaba pasar, cuando finalmente me dieron el pasaporte ya no me llamaba Gladys porque mi nombre según ellos no era católico y simplemente me pusieron Claudia”.

Pero un cambio de nombre en el pasaporte era lo de menos, al Papa le tocó dirigir una de las etapas más difíciles en la historia del catolicismo e incluso soportar que contra él se enfilaran las pasiones de las dos grandes tendencias que se mostraban completamente divididas en pleno Concilio.

Las auditoras estábamos ubicadas muy cerca de los cardenales. Al inicio de cada sesión se celebraba una misa en la que los laicos podíamos acercarnos a recibir la comunión. Como yo iba con la cabeza descubierta y con mangas cortas cuando los fotógrafos oficiales del Concilio me tomaban fotografías, no eran expuestas junto a las demás.  Para comprarlas las veía en los contactos y pedía las ampliaciones”.

Los cardenales, después del Papa, son el más alto rango en la jerarquía de la Iglesia Católica. Son escogidos por él para asistirle en el gobierno y tienen la responsabilidad de elegirlo cuando la sede queda vacante ¿Cómo no iban a generar polémica las decisiones tomadas en el Concilio, si una de ellas se refería directamente a ellos? Las reformas eclesiales empezaron por la fijación en 120 del número de cardenales y en fijar los setenta y cinco años como edad de jubilación.

Comprobaba con cierta desilusión en que manos estaba la iglesia de Jesús. En algunos casos, los cardenales estaban tan imposibilitados de cualquier actividad que sus chóferes y guardaespaldas los bajaban cada día sosteniéndolos por los codos y los llevaban en vilo hasta depositarlos en sus asientos”.

El poder también se hacía presente a cada paso en la Curia Romana conformada por las oficinas administrativas y judiciales al servicio del Papa. Con frecuencia las enseñanzas del sumo pontífice están apoyadas en las congregaciones de la Curia quienes buscan reafirmar o sintetizar la doctrina de la fe católica definida o enseñada en anteriores documentos del magisterio de la iglesia. Todo documento doctrinal de una congregación de la Curia que es expresamente aprobado por el santo padre tiene naturaleza magisterial universal.

“Como nuestro cometido era sólo oír y ver entrábamos a la Basílica de San Pedro por la puerta de Santa Ana, creo que la misma por la que entraban los cardenales. Estos llegaban en Cadillacs negros, largos, muy impresionantes. Limusinas. Las placas o chapas tenían grabada la sigla SCV (Sagrada Ciudad del Vaticano) pero los italianos decían que significaba Si Cristo Viera”.

Las historias sobre el poder de la iglesia no son nuevas. En el año 1095, el Papa Urbano II difunde la necesidad de una cruzada para reconquistar Tierra Santa que estaba en poder del Islam. Para reclutar voluntarios afirmó que esta cruzada que suponía penas y sacrificios muy arduos para un cristiano era el sustituto de una penitencia cualquiera e implicaba una remisión total del pecado. Esto dio lugar al comienzo de las Indulgencias, que no eran otra cosa que la posibilidad de expiar la culpa en el purgatorio.

En 1517 cuando el Papa León X decidió hacer una colecta para erigir la basílica de San Pedro en Roma. Lo hizo otorgando la indulgencia por bula. Los ayudantes de los predicadores a manera de propaganda recitaban“el tintín de las monedas salva al alma de la pena”

Lutero reaccionó en forma violenta ante la “venta” de indulgencias por lo que pretendió demostrar los errores de la jerarquía católica a través del documento “Noventa y cinco tesis” en el cual expone que el Papa no tiene potestad de mandar más allá de la muerte.

El juego entre el poder y la verdad estaba presente y siempre se ha mantenido, por eso algunos episcopados y la Curia identificaban muy a menudo al Concilio como si este era un adversario.

A medida que se iban discutiendo los esquemas que es como se llamaban los documentos que la asamblea debía considerar, los obispos solicitaban un derecho de palabra que ejercían a través de un discurso, las intervenciones eran en latín. Nadie ponía atención, salvo si el que hablaba era una personalidad. En la plenaria se oían las conferencias y se votaba.

Por nuestra preocupación de hacer un aporte tuvimos la idea de expresarnos públicamente acerca del Esquema 13, el rol de los laicos en la iglesia. El secretariado del Concilio respondió que el tiempo de expresión sobre ese esquema se había agotado y nos propusieron intervenir sobre el que trataba de la evangelización de los pueblos. El esquema estaba en latín y se tradujo en una noche al francés, redactamos un texto suave pero crítico y designamos un portavoz para leerlo en la plenaria. El Cardenal Suenens intermediario entre nuestro grupo y el secretariado quiso leerlo y dijo que de ninguna manera podíamos criticar un esquema, así que nuestro vocero leyó a la plenaria una media cuartilla que no contenía sino agradecimientos por habernos permitido estar en el Concilio”.

Aquellos auditores no habían sido más que las víctimas de un manejo que silenció rápidamente sus opiniones, pero la historia de la iglesia demuestra también que no siempre su poder ha podido silenciar todas las voces. Lutero en aquella lucha emprendida en contra de tanta injusticia afirmó “Si el Papa conociese los abusos de los predicadores de indulgencias preferiría que la basílica de San Pedro quedase en puras cenizas antes que edificarla sobre la piel, la carne y los huesos de sus ovejas”

“Caminé durante horas por las calles de Roma pensando en el feo rostro de la iglesia que estaba conociendo, sus manipulaciones, el juego doble, el decir una cosa y hacer otra, su diplomacia. Mi desilusión era tal que decidí no seguir perdiendo el tiempo y regresé a Lovaina”.

¿Y cómo hacer frente a tanto poder? Parecía estarse preguntando nuestra entrevistada pero lo cierto es que El Vaticano aunque es el estado más pequeño del mundo posee una notable potencia financiera, con importantes inversiones en sociedades italianas e internacionales. Obtiene fuertes ingresos con la venta de sellos de correos, monedas vaticanas de oro y plata y diversas mercancías expendidas en sus establecimientos.

“Las obras que tiene el Vaticano valen miles de millones de dólares, ¿Por qué no se venden y se paga la deuda externa de África? Todo es un problema de dinero. La Iglesia silencia y excomulga pero lo cierto es que si los obispos fueran pobres no tendrían ese poder”.

En su libro “Los periódicos del Vaticano” Nino Lo Bello declara que ese país tiene la red de espías más eficiente y extendida del mundo entero. Esta red es conocida como Sodalitium Pianum y fue establecida para supervisar y reportar a la oficina santa cualquier desviación. Su trabajo ha sido silenciar a los teólogos menos ortodoxos, prohibiendo publicaciones y alejándolos de las posiciones de enseñanza.  “El poder vertical siempre es negativo. Las personas no necesitamos subir si no avanzar, porque quien avanza tiene la tierra bajo sus pies, pero quien sube siempre tiene los pies sobre la cabeza o sobre el vientre de alguien”.

LA EVANGELIZACION, UN CAMINO HACIA LATINOAMÉRICA

“Posteriormente fui nombrada asesora de la congregación para la evangelización de los pueblos. Asistí a una reunión en el Vaticano en compañía de los otros asesores.  Una señora de Ceylan, dos belgas, un médico japonés y un africano profesor universitario. Todos estuvimos de acuerdo en nuestras observaciones a las consultas que nos hicieron, insistimos en la necesidad o prioridad del respeto por la identidad cultural y religiosa de los pueblos sujetos a la evangelización o a la acción misionera del Vaticano”.

La evangelización en América comenzó hace mucho más de quinientos años. Según el Papa Juan Pablo II realmente este ha sido un proceso que ayudó a los católicos de nuestro continente a ser más conscientes del deseo de Cristo de encontrarse con ellos para incorporarlos a su Iglesia.

La historia ha demostrado a su vez que en América la existencia de una piedad popular es notoria en todos los niveles y sectores sociales, peregrinaciones a los santuarios, la oración  y el uso del agua bendita, el aceite y los cirios se muestran de forma constante.

Razón tenían aquellos jóvenes entre los cuales se encontraba Gladys, al defender la necesidad de que la iglesia debía acercarse a los feligreses a partir de su cultura, de sus riquezas espirituales y humanas, porque sólo así se demostraría la aproximación de la iglesia a sus devotos.

El jefe de la congregación era un obispo elegante y diplomático. Nos invitó a almorzar en uno de los mejores restaurantes de Roma.  Nos regaló rosas rojas, pagó gastos de pasajes y alojamiento, nos despidió con una gran sonrisa y apretones de mano pero nunca más volvimos a tener noticias de ellos durante los cinco años que duraba el cargo, hasta que recibimos la carta en que se nos comunicaba que la asesoría había llegado a su fin”.

Sin embargo, no todo acababa allí, Gladys Parentelli insistiría en la búsqueda porque no se podía intentar detener tan fácilmente a alguien que a través de la formación recibida en su Uruguay natal, escuchaba de forma constante el mensaje de que la iglesia no era nadie sin sus feligreses. La lucha por acercarse a ellos era sin duda el gran reto del momento.

En 1968 el MIJARC me ofrece ir a Roma, como voluntaria en la campaña mundial contra el hambre, que aunque tenía ese triste nombre, promovía proyectos dedicados al trabajo con jóvenes rurales. Allí retomé la idea de ingresar a un instituto secular y realicé el contacto con las Auxiliares Femeninas Internacionales (AFI), que estaban en varios países de América Latina. Ellas me solicitan integrarme a un equipo para Latinoamérica y al mismo tiempo el MIJARC me propone ir a Venezuela desde donde dos obispos habían pedido asesores”.

En nuestro país finalizaba una década tumultuosa con alzamientos militares y un atentado contra la vida del presidente. Había un movimiento de guerrilla que se decía contaban con el apoyo de Fidel Castro. Sin embargo también se lograron propuestas positivas como el I Plan de la Nación, se inició la Reforma Agraria, se fundó la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP ) La iglesia no se quedaba al margen de aquella convulsión.

“Cuando llegué a fines de 1969 se acababa de reunir un grupo grande de sacerdotes en el balneario de Los Caracas quienes habían firmado un manifiesto. A los obispos venezolanos los desplazaron, los jubilaron tempranamente y a los extranjeros los regresaron a sus países”.

En el interior de Venezuela se producía un gran movimiento en todas las áreas. Durante el gobierno de Raúl Leoni se realizaba un trabajo con las comunidades que permitió que en los primeros 10 años de la democracia disminuyera la mortalidad infantil, el analfabetismo y se aumentara en 5 años, la esperanza de vida del venezolano.

“Por solicitud del obispo de Maracay Feliciano González me desempeñaría como asesora pedagógica. Finalmente me tocó trabajar con tres sacerdotes, un venezolano y dos franceses, de estos, uno había sido profesor de seminarios menores y solo quería hacer catecismo. El otro, era un cura heterodoxo, que no cobraba las misas, ni los bautizos, ganaba su vida como obrero rural. Se desplazaba en bicicleta como los campesinos.  Estaba siempre empapado en sudor, cubierto del polvo de los caminos. La gente no lo veía como sacerdote.

Mi trabajo consistía en promover grupos de mujeres. Salía en un jeep de madrugada para aprovechar el fresco. Ellas tenían problemas de hambre, malnutrición, de no saber qué dar a sus hijos, lo único que tenían eran árboles cargados de mangos”.

Ante aquella situación sin duda que el anunció que se había realizado desde el campo de Carabobo algunos años atrás, proclamando la Reforma Agraria con la cual se pretendía otorgar créditos del Banco Agrícola y Pecuario, había sembrado la esperanza. Aquello como lo había dicho el Presidente Rómulo Betancourt, no era una cruzada de beneficencia sino una empresa de trabajo y redención campesina. Una propuesta que podía convertirse en una verdadera esperanza de progreso y ante la falta de conocimiento de lo que significaba, la iglesia podía jugar un gran papel.

El líder de nuestra organización era el obispo Valencia Cano. En este trabajo encontramos curas que compartían nuestras ideas pero que usaban revólver a la cintura, como guerrilleros. Hicimos encuentros con ellos para coordinarnos y planificamos cursos de formación, con los conuqueros. Yo adelantaba mi trabajo con sus mujeres, cargadas de hijos pequeños, desnutridos, mientras los sacerdotes centraban sus actividades con los campesinos en Portuguesa y en Aragua.

Luego de seis meses pedimos una audiencia al obispo de Guanare quien nos recibió  sentado en una elegante mecedora en medio del espacioso patio interior de su palacio episcopal. Oyó sobre nuestras decisiones, planes y recursos y nos dio su aprobación de inmediato. Regresamos muy optimistas a Turén donde vivíamos, pero dos días después un miembro de la guardia nacional le vino a avisar a nuestro compañero Rosendo que tenía una llamada. Volvió  con la noticia de que el obispo de Guanare había rechazado nuestros planes después de consultarlo con el de Maracay. Además habían decidido que yo debía trasladarme a esa ciudad  para que me dedicara a la catequesis. Era el tiempo del boom guerrillero, por ende, de mayor represión. Cualquier actividad sin el respaldo de los obispos, hubiera significado la cárcel”.

¿Cómo continuar aquella lucha? Las interrogantes se suceden una tras otra. En ese momento Gladys decide cortar su relación con el MIJARC y piensa que lo mejor es regresar a Uruguay.

“Decidí quedarme y comenzar mi etapa caraqueña, cuando las Auxiliares Femeninas Internacionales (AFI) me ofrecen evaluar programas de capacitación para jóvenes campesinos. En mis tiempos libres asesoré asociaciones de voluntarias y trabajé en FIPAN, que federaba organizaciones privadas para promover la educación preescolar y no formal, así como la protección de niños y adolescentes. Es así como me convierto en responsable del área de ocupación positiva del tiempo libre”.

Comenzaba la década de los setenta en nuestro país, un período marcado por los sucesos de orden mundial que cambian por completo la dinámica. Como consecuencia de la "guerra del Yom Kippur" entre Israel y Egipto, los países árabes realizaron un embargo petrolero que ocasionó que los precios pasaran de 3 a 14 dólares el barril, triplicando el presupuesto de la nación de 14 a 42 mil millones de Bolívares.

“Durante seis años coordiné un proyecto de educación familiar y sexual, que financió UNICEF. Fue el primero de ese tipo que se hizo en Venezuela. Cubrió los seis grados de la educación primaria, preescolar y no-formal, para adolescentes. Redactamos y editamos sendos manuales con objetivos en educación familiar, sexual y protección del medio ambiente, para intercalarlos en los respectivos curricula.

Rosa Ciancio era la responsable del área sexual. Ella fue la primera que habló sobre estereotipos sexuales en el país. Con las maestras de cada escuela, evaluábamos y planificábamos mensualmente su labor. El Ministerio de Educación decidió integrarlo en los programas oficiales, pero los obispos se opusieron. Ya nunca se volvió a hablar de ello”.

DE VUELTA A CASA

El volver a casa estuvo presente en la mente de Gladys durante mucho tiempo ¿Y cómo no? La Iglesia en la que ella creía se le distanciaba cada día más. Una iglesia que se le había metido por los poros porque estaba presente en sus raíces, desde el mismo día en que el primero de sus antepasados llegó a tierra americana.

Corría el final del siglo XIX cuando su abuelo paterno hizo un rancho en el que nacerían doce niños. El mayor era Esperanza Antonio quien tuvo la oportunidad de asistir a la escuela por dos semanas. Cuando apenas estaba agarrándole el sabor al aprender, su padre decidió que necesitaba ayuda en la herrería para mantener a los demás. Ser mayor garantizaba ciertos privilegios pero no era menos cierto que implicaba también una fuerte carga de responsabilidad.

El padre de Gladys después de descubrir las bondades del fuego sobre el hierro y el metal, una vez casado se dedicó al trabajo de la tierra ajena en la que sembraba trigo y maíz. La vida del campo abría sus entrañas a aquel hombre que era como un Dios, único, omnipotente, generoso, justo y quien no daba sesteo a sus obligaciones porque vivir dependía de la lluvia, del sol y de las hierbas para curar las enfermedades.

La pareja conformada por Esperanza Antonio y María Manzino  tuvo cuatro hijos, María, Nellys, Gladys y Antonio. Los niños comenzaron a crecer viendo como su madre sólo tenía derecho a trabajar los 365 días del año, lo que desarrolló en Gladis una reacción visceral contra el autoritarismo y la injusticia de los patriarcas.

Ombúes de Lavalle un pequeño pueblo fundado en el siglo XIX era testigo de cómo entre las paredes de aquellas casas rurales crecía el catolicismo. Era una fortaleza espiritual pero también era la única actividad extraordinaria que se desarrollaba de sábado en sábado a través de la enseñanza del catecismo realizada por una anciana o en aquellos domingos esporádicos cuando al cura se le ocurría aparecer, celebrar la misa e irse con destino quien sabe dónde.

“Lo cierto es que en Ombúes de Lavalle donde no pasaba nada porque no había cine y mucho menos un banco, un día mataron a tiros a toda una familia fuera del pueblo. Cuatro personas que después fueron quemadas por su asesino. Yo tenía apenas 10 años y supe al día siguiente del crimen que nadie había dormido de la impresión. Se había acabado la historia de que en Ombúes de Lavalle todos morían de muerte natural, con la excepción claro está  de uno que otro suicidio”.

Si había sentido miedo quizá no se había atrevido a manifestarlo.  Aquella era una casa donde no había espacio para la libertad y para la acción. Mientras tanto, se hablaba  constantemente de Dios a pesar del declarado ateismo de Esperanza Antonio.

“Un dios anciano de barba blanca. Me lo imaginaba como algo tan superior, tan indefinible, que el hecho mismo de que tuviera una imagen me chocaba”.
Además de la escuela oficial, la capilla del pueblo era como una catedral levantada por los italianos sobrevivientes de la peste, en agradecimiento a San Roque. Anualmente este santo en compañía de San Isidro eran homenajeados por una multitud fervorosa quien participaba por completo en la misa y en la procesión. Estos actos terminaban en la bendición de los panes y en su repartición que se veía revestida de toda la esperanza necesaria para superar los problemas de salud.

“En una oportunidad en que mi hermano estuvo muy grave, sólo bastó que mi mamá hirviera el pan y le diera de beber de aquel caldo, para que se curara de inmediato”.

Una vez que había decidido ayudar con la catequización y con la publicación de un boletín que vendía en compañía de un grupo de muchachas quienes habían entendido la importancia de no estar sin hacer nada, para Gladys, su mayor actividad era desarrollada los sábados.

En la  década de los 50 se trasladó a la población de Carmelo. Allí vivía su abuela pero por decisión de sus padres llegó de pensionista a un colegio de monjas para hacer la secundaria. Con apenas 16 años forma parte de la Juventud Estudiante Católica y sólo bastó que terminara la secundaria para que se incorporara a los cursillos, mientras la distancia iba haciendo sola su trabajo porque de allí a la sede de la parroquia ubicada al borde del Río de la Plata  había unos 30 kilómetros. Debido a que los autobuses eran escasos iba a las reuniones en la motocicleta de su hermano o en el carro de su mamá.

“En cada reunión nos agrupábamos de seis a ocho muchachas, leíamos un texto del Evangelio, lo comentábamos y compartíamos alimentos”.

Sin embargo aquel recorrido no era nada porque pertenecían a la Diócesis de Salto, regentada por el obispo Alfredo Viola, la cual estaba a 500 kilómetros. Esa distancia superaba cualquier acto de fe por lo que crearon una nueva diócesis.  Apareció entonces Luis Baccino, un obispo progresista que empezó a realizar reuniones de formación.

En 1957 Baccino obtiene unas becas para un curso en Chile. A Gladys la conoce mucha gente, sabe organizar y maneja el camión. Aquellas eran razones contundentes para que fuera becada en compañía de un grupo conformado por dos mujeres más y tres hombres entre los cuales estaba el párroco. Sólo transcurrieron dos años para que obtuviera otra beca, esta vez de la Juventud Agraria Rural Católica  para ir a Europa.

“Este movimiento se fundó en la década del 40. Tenía mucho poder y recursos, dos casas en París, una para varones, otra para mujeres. Trabajaba con el método Ver, Juzgar, Actuar. Planificaba sus campañas para la juventud según su área de vida o acción y edad, centrada cada año en un tema. Los grandes contenidos eran el tiempo libre, el trabajo, la familia, la comunidad.  Era una formación en la vida que se desarrollaba en períodos de cuatro años, cada uno. En Francia pasamos seis meses donde participamos en cursos y en todo tipo de actividad, después viajamos por Bélgica, Alemania, Holanda y Luxemburgo donde vimos los aspectos organizativos”.

En enero de 1960 fundan en Uruguay su Juventud Agraria Rural Católica (JAC) con un decreto formal del obispo. El movimiento estaba conformado por unas 30 personas, atendidas a tiempo completo por Gladys.

“Los párrocos nos informaban dónde había muchachos interesados. Yo iba y les hablaba de cómo se organizaban los jóvenes europeos. Proponía juegos para detectar liderazgos. Hacíamos jornadas de un fin de semana, enfatizando sobre la responsabilidad del bautizado. Del compromiso del personal y del equipo, dependían la organización y el progreso. Se planificaban encuestas que hacía cada equipo lo que nos permitía averiguar cuáles eran los problemas e intereses de la juventud.

Lo primero que constatamos fue que no tenían diversiones, por ello la primera campaña anual se centró sobre la ocupación positiva del tiempo libre. En cada zona, el equipo de responsables organizaba fiestas. Pedía colaboración a quienes sabían cantar, tocar un instrumento o contar chistes. Para el año siguiente tomamos conciencia que no teníamos ingresos suficientes porque no sabíamos trabajar adecuadamente. La campaña anual se centró sobre el trabajo. Organizamos cursos para las mujeres y los varones hicieron experimentos con nuevas semillas y abonos. Publicábamos folletos, un boletín mensual para orientar las actividades de los militantes y un periódico bimestral para los simpatizantes de 2.000 ejemplares.

La Juventud Agraria Rural Católica (JAC) de Uruguay llegó a tener 400 grupos, muchos para un país que apenas alcanzaba los tres millones de habitantes. Había tanto entusiasmo por aprender que se organizó un festival nacional con siete mil jóvenes. Fue así como comienzan a colaborar con el equipo latinoamericano del MIJARC que instaló su sede en Montevideo. Gladis sería elegida entonces, para el comité mundial MIJARC. Momento en que comienza su periplo mundial.

Después de su inolvidable experiencia en el Concilio Gladys comienza a participar en los grupos feministas de Venezuela. El primero, se llamaba Manuelita Sáenz y estaba integrado por extranjeras y venezolanas que habían hecho postgrados en París, adonde habían militado en el Movimiento de Liberación de la Mujer. Ese era un punto de unión en cuanto a los objetivos que se plantearon como motivos para su lucha.  Se movería de un lado a otro sin detenerse, buscando siempre las razones para contribuir a establecer el puente correcto entre la mujer y la iglesia.

“ En los años 80 me retiro de la AFI, estuve allí hasta una asamblea general donde se presentaron problemas generacionales. Por una parte, había quienes querían no solo librarse de la tutela de la jerarquía eclesial, buscaban trabajar de manera más democrática y flexible. Por la otra, había las mujeres mayores que no querían eso, o no sabían lo que querían. Hubo acusaciones a las progresistas tratándolas de marxistas. Finalmente no hubo acuerdo. Al mismo tiempo, fundamos el Movimiento Intercultural de Solidaridad Humana, (MISH) que aun organiza encuentros, cada verano. Tenemos un boletín en el cual informamos, periódicamente, de nuestras actividades, evaluamos nuestro trabajo, intercambiamos experiencias y nuestro compromiso es la solidaridad, la lucha por la justicia, cada cual en su profesión”.

Después de leer una serie de trabajos que le entregara en São Paulo, Caridad Inda, una importante dirigente de las Católicas por el Derecho de Decidir y reflexionar sobre toda su experiencia eclesial, se interesa cada vez más por el feminismo y es así como se integra en Venezuela al grupo La Mala Vida que publicaba una revista, abierta a todas las mujeres que quisieran aportar textos.

FIRME EN LATINOAMÉRICA

“En 1970 escandalicé a los curas párrocos ligados al Grupo Golconda de Colombia cuando dije que la doctrina social de la iglesia no daba solución a los problemas sociales de las poblaciones más necesitadas. Pero la iglesia en América Latina ha estado muy atenta a los pobres, eso es lo más positivo porque el problema más grande es la marginalidad, la cual la produce la falta de capacitación y de conocimiento de la gente”.

Gladys ha presentado a lo largo de su vida un sin fin de ponencias sobre la iglesia, en las cuales ha sido muy crítica, con lo cual ella no ha podido escapar a los comentarios, ya que hay quienes le reprochan que ella siempre habla de los aspectos negativos. Elina Viola, teóloga de la liberación le manifestó que una de las críticas más grandes a la Iglesia que ella había leído en algún libro eran las del libro “Mujer, Iglesia y Liberación” del  cual Gladys es autora.

Este libro surge cuando sus compañeras en el movimiento conocido como La Mala Vida, habían publicado un trabajo acerca de su experiencia con la maternidad. El entusiasmo con lo logrado las lleva a plantearse el escribir un libro sobre su experiencia como alumnas de monjas. La coordinadora de ese grupo era Giovanna Mérola, quien le realiza una entrevista a Gladis sobre su experiencia en la iglesia. Así surge Mujer, Iglesia, Liberación, un libro que tiene el prólogo escrito por Elsa Tamez, quien  lo escribe solo después de que terminara su tesis doctoral en Suiza. Para eso Gladys espera un año y finalmente el libro se publica en 1990, justo para llevar 50 ejemplares al Encuentro Feminista de Buenos Aires. Allí había unas veinte teólogas, incluyendo a Rosa Dominga Trapasso, Ada María, Frances Kissling, Cristina Grela, del CDD, facilitando talleres sobre la mujer y la iglesia, los derechos reproductivos, y el aborto.

            “La Iglesia en general trabaja en la educación que es conocimiento y es lo único que va a sacar a la gente de la marginalidad. La preparación es la que evita que se puede validar el discurso de que hay que quitarle a los oligarcas porque todos tenemos que ser iguales. En toda la historia de la humanidad el que ha progresado lo hace por su esfuerzo, eso hoy en día se ha olvidado porque tenemos una cantidad de pseudo líderes que incentivan el discurso de que los que tienen deben sentirse culpables por tener”.

No se puede decir que para El Vaticano no haya sido importante el papel de la Iglesia en América. Con motivo de la celebración de los quinientos años del comienzo de la evangelización en el continente Juan Pablo II realizó la propuesta de un encuentro sinodal. El objetivo de este encuentro era incrementar la cooperación entre las diversas Iglesias en todo lo relativo a la justicia y la solidaridad. Ese Sínodo se realizó en El Vaticano del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997 y sus propuestas por orden del Papa debían hacerse dentro del marco de la nueva evangelización.

Sin duda alguna que hoy hay una serie importante de instituciones ligadas a la iglesia que trabajan por los pobres en todo el continente. Con subsidios, colaboraciones y recolectas han podido extender su labor y así lo reconoce Gladys. En esta relación el trabajo de las monjas ha sido de vital importancia.

“En Venezuela hay un ejemplo de lo que hace la Iglesia,  los colegios de Fe y Alegría que nacieron hace cuarenta años y en los que se atiende a más de 500 mil niños en el país y por cuya educación los padres creo que sólo pagan tres mil bolívares”.

Y es precisamente ese trabajo realizado por las mujeres, lo que pone sobre el tapete la discriminación que se ha ejercido sobre alguien que ha aportado todo su esfuerzo, conocimiento y capacidad para alcanzar un proceso de evangelización y de apoyo a los pueblos que es una de las verdaderas funciones y responsabilidades que debe tener la iglesia

“En el Vaticano hay una falta de realidad. En Puerto Ayacucho, si uno va a la Isla Ratón encuentra que la escuela para indios está dirigida por monjas salesianas. En Delta Amacuro los curas y las monjas trabajan en los barrios más miserables. En las alturas de El Vigia solo monjas están trabajando en las comunidades. Ellas hacen una misa donde la gente lee y comulga porque hay hostias consagradas. El Vaticano condenó eso a través de una carta en la que dice que las niñas pueden ser monaguillas, pero que no se puede hacer un simulacro de misa sin la presencia del sacerdote”.

En Venezuela y en toda América Latina sobre todo en Brasil donde hubo 200 mil comunidades de base, estaban formadas la mayoría por mujeres y todas las liturgias que se hacen en reemplazo de las misas en el campo y en los lugares marginales son hechas por monjas.

“En el Siglo XIII la activista y líder religiosa conocida como Guillerma celebraba misa. Ella proclamaba ser la representante del Espíritu Santo en la tierra, cuando muere estaba planificando pedir una audiencia con el Papa para proponerle cogobernar la iglesia con él e integrar de ese modo a la mujer en la jerarquía de la Iglesia. Fue llevada a juicio por la Inquisición quien no encontró cargos para condenarla, pero unos años después quemó en la hoguera a Maifreda, su principal asistenta, hecho esto,  rectificó su juicio anterior y quemó públicamente los restos mortales de Guillerma.

Hoy en el mundo hay como 500 iglesias cristianas, pero la única que no ordena mujeres sacerdotes es la católica.  En las otras eso significó una lucha desde el siglo XIX. Ahora hay la Red del Movimiento por la Ordenación de las Mujeres, que tiene grupos en cada parroquia que observan lo que hacen los obispos, por ejemplo, lo de los abusos sexuales que vienen desde hace mucho pero que  fue en los últimos años cuando se supo. Otra cosa es lo de las monjas y muchachas de Filipinas violadas por curas, sobre todo en África, en Asia y en Roma.  Harold Blun estudioso norteamericano dice que la iglesia va a ser absorbida por las mujeres en su libro “Presagios del Milenio”. Hay mujeres que necesitan de la iglesia y hay quienes toman iniciativas como las siete de hace dos años en un barco en medio del Rhin”.

Por otra parte, no se debería olvidar el papel fundamental que ha tenido la imagen de La Virgen en toda Latinoamérica, una presencia permanente que se logró gracias a la labor de los misioneros.

“Actualmente en Estados Unidos un grupo de religiosas de distintas congregaciones, divulgaron a través de la prensa una declaración en la cual expresaron sus opiniones contrarias al autoritarismo Vaticano. Invocaron el derecho de la mujer a actuar según su propia conciencia, a usar su libertad de opinión más específicamente en relación a las opciones sexuales y al aborto. Se las obligó a retractarse públicamente a través de sus autoridades que tienen su sede en Roma. Dos de ellas siguieron su lucha y en 1988 su congregación les informó que se había suspendido el proceso que se les seguía, finalmente ellas solicitaron su separación”.


HOY SIEMPRE ES MAÑANA

“Yo no creo que el sermón del cura reconforte a nadie, porque los curas son demasiado etéreos, si hablan del evangelio dicen siempre lo mismo, pero no sacan un ejemplo concreto de que tienes que hacer por la vida, algo que le sirva a la gente para su consuelo y para progresar como cristiano.  Es que ellos tuvieron un lavado cerebral en el seminario que los apartó de la realidad. Están alejados de la vida diaria de la gente. Siete mil personas por día se van de la iglesia católica hacia las otras iglesias, protestantes, pentecostales, testigos de Jehová. Lo bueno que tienen es que les imponen normas y hay una solidaridad interna y un respeto mutuo más horizontal que el de la iglesia católica”.

Gladys ha llegado a hacer hasta 12 viajes por año en los tiempos en que trabajaba para la Comunidad Económica Europea, y esos viajes se convirtieron en las grandes oportunidades para hablar con teólogas, monjas y laicos. Al mismo tiempo buscaba el espacio para ir a misa, allí su mirada se iba escrutadora detrás de la gente que va a las iglesias en Latinoamérica. Esa posibilidad de observar le ha permitido darse cuenta de que hay lugares donde el único varón adulto es el celebrante.

“En América Latina se encuentran los sacerdotes creadores y los seguidores de la Teología de la liberación” y toda la iglesia de los pobres con decenas de obispos como líderes que por su propia iniciativa están expandiendo unas líneas de acción que el Vaticano Rechaza”

Y mientras más viaja más se fomenta su activismo. Expone por primera vez en público sobre teología feminista con todas las experiencias y documentación recogidas, una ponencia que titula “Desafíos de la mujer cristiana para el siglo XXI”. Forma parte de un grupo que se llama Somos Iglesia, que es todo un movimiento internacional y se dedica a asesorar a grupos de mujeres. También Participa en varios encuentros de Teólogas y Pastoras y de Mujeres Cristianas.

Las mujeres ya no se confiesan, lo sienten como una forma de subordinación. Prefieren hablar de sus problemas con otras de igual a igual, que las oigan con empatía, no con quien las considera pecadoras ya que les impone una penitencia”.

En el año 99, hubo una famosa discusión en la que las feministas lucharon por los derechos reproductivos, Gladys era coordinadora de ese grupo, y en su representación fue a numerosos encuentros internacionales como el de Roma donde se lograron siete millones de firmas de católicos.

“Soy miembra del Foro Permanente de Equidad de Género. Desde el 2000, coordino la documentación y publicaciones de la Red Universitaria Venezolana de Estudios de las Mujeres. Participo a diversos niveles, en foros, facilito talleres. En mis tiempos libres, además de asesorar a grupos de mujeres, trabajé como fotógrafa profesional e hice un archivo con fotos de los grandes cuentacuentos y narradores orales venezolanos. En ese año, gané un concurso para trabajar en la Comisión Europea. Aproveché todos mi tiempo libre para preparar artículos, charlas y talleres que me pedían grupos de mujeres del interior del país, monjas y universidades. También participé en varios Encuentros de Teólogas y Pastoras y de Mujeres Cristianas que, en estos últimos años, ya no se han vuelto a organizar. Últimamente las actividades de las ONG feministas y de mujeres han decrecido debido el clima político y a la gran crisis que las obliga a dar prioridad a lo económico.

Las mujeres no solo quieren librarse de los autoritarismos, también están en búsqueda de algo que les aporte nuevos paradigmas, que las ayude a encontrar nuevas vías a su necesidad de iniciativa y ¿por qué no? de independencia económica que es la base para otros progresos. Han fundado cientos de grupos de la nueva era, -New Age- tantos que, hasta se dan el lujo de organizar una feria anual. Al igual que en todas partes, promueven las religiones orientales, grupos de sanación, de meditación, de autoayuda, en todos los canales de televisión hay programas esotéricos dirigidos por mujeres para quienes ya no es tabú definirse como brujas”.

            La Iglesia Católica sigue su curso, la desaparición física de Juan Pablo II, puso al frente al Cárdenal Ratzinger, lo cual generó una gran preocupación porque hay quienes dicen que su nombramiento como Papa puede significar un retroceso de la iglesia católica, en momentos que más se necesita de su modernización.

“Se dice que, en América Latina, cada día, siete mil católicos se cambian a las sectas. Y son las mujeres quienes más buscan espacios donde realizarse. Aunque aquí, salvo los fieles pro jerarquía, la mayoría percibe a la jerarquía católica del mismo modo que a los políticos: como gente a la que, prioritariamente, le interesa su poder y si hacen algo por las mayorías populares, por los sectores empobrecidos, es para contarlas en sus estadísticas o como votantes. Poco le dan a la gente aparte de prédicas, discursos, que no toman en cuenta sus necesidades. Los únicos sacramentos que, aquí, la gente requiere, todavía hoy día, son el bautismo y la primera comunión para los niños”.

Gladys pasa la página. Sus vivencias en todos estos años la han distanciado de todo lo que pueda percibir como un ejercicio arbitrario de poder.
“No tienes sino que constatar las injusticias y desigualdades que los hombres producen. Antes en los largos siglos del medioevo con su asesina Inquisición. Ahora en la sociedad capitalista, neoliberal, globalizada. Las aterradoras cifras mundiales de empobrecimiento, de desempleo, de exclusión, donde mil millones de personas sobreviven con menos de dos dólares diarios, mientras que una cierta proporción de privilegiados puede ganar un millón de dólares en un solo día. El ser humano tiene una potencialidad de bondad, de cantidad de cosas positivas pero, también, tiene una potencialidad increíble de maldad. Si tú lo comparas con los animales, éstos no se matan entre sí como los humanos. Un árbol se queda cien años en el mismo sitio, aprovecha los elementos, tiene mucha sabiduría ¿Tú te imaginas lo que es quedarte parada años en el mismo lugar?

Yo opté por las teologías feminista y ecofeminista, después de pasar, brevemente, por la teología de la liberación y la mujeril. Trato de hacer teología ecofeminista, primero, porque pienso que el hombre no es el centro del universo, porque ¿en qué se basa ese devastador androcentrismo? ¿en la decisión de quienes inventaron el monoteísmo? ¿en qué reside nuestra superioridad? ¿en que nosotros somos capaces de reír, de hablar y los animales no? Los animales me parecen más sensibles que nosotros y, a veces, hasta más inteligentes. Pienso que dominar al mundo, como bien nos enseña Rosemary R. Ruether, manejarlo como conviene a nuestro capricho, degrada tanto al ser humano que, como nos consta, destruye la riqueza y la diversidad de la Vida”.


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